Fiorela lo pedía, así que la suelta.
Desde arriba del acantilado, ve el cuerpo decapitado protestando con ambos
brazos, como queriendo gritar pero sin poder hacerlo.
“¡Plaff!” los huesos de Román espíritu, se requiebran contra el pavimento. Queda
tirado sobre una enorme carretera que conduce, no hacia la casita de ensueño que
había construido en la Tierra, sino hacia una ciudad horrible donde sólo vive el
sufrimiento y el calor.
A poca distancia cae la cabeza gritando y comienza a rebotar. |
El hombre se para con dificultad. Trata de alcanzarla pero no llega y sólo puede
patearla.
Al rato se encuentra haciendo jueguito con la cabeza de su esposa, que salpicaba
sangre cuando impactaba contra su dolorido y fracturado empeine.
Y eso, era sólo el comienzo...
FIN |